El kisel es una antigua bebida rusa, rica y saludable. Se puede preparar de frutas, hortalizas, miel o grano (avena, centeno, trigo etc.).
Por lo visto, el kisel era una bebida muy valorada por los rusos, como se aprecia por su presencia en el folclore nacional, en particular en los cuentos. Así, en algunas antiguas narraciones rusas, los protagonistas llegan a países encantados donde fluyen ríos de leche con orillas de kisel.
De hecho, esa combinación de productos se consideraba un verdadero manjar. Se conoce un caso en el que el kisel salvó a toda una ciudad. En las crónicas antiguas hay un cuento que narra esta historia.
En el año 997 la ciudad de Bélgorod fue asediada por los pechenegos. Al pasar un tiempo los habitantes de la ciudad se quedaron casi sin reservas de comida y cuando ya estaban dispuestos a entregar la ciudad al enemigo, los salvó el ingenio de un anciano. Este les recomendó preparar kisel usando lo que quedaba de harina y miel, meterlo en barricas y colocarlas en los pozos de la ciudad. Después de hacerlo, los ciudadanos invitaron a los caudillos de los pechenegos a negociar y les ofrecieron beber el agua de los pozos de Bélgorod.
Al ver que en vez del agua de los pozos sacaban kisel, los pechenegos pensaron que la propia Tierra ayudaba a los habitantes de la ciudad y las reservas de comida nunca se agotarían. Los invasores decidieron no perder el tiempo y se retiraron.