El gato siberiano es considerado como la raza nacional de esta familia de felinos en Rusia, con una historia que data de más de mil años.
No se tienen totalmente claros los orígenes, probablemente sea el resultado del cruce entre el gato europeo y el gato salvaje de los bosques siberianos. De acuerdo con algunos vestigios, la función que realizaban estos gatos antiguamente era la de vigilancia y custodia de los monasterios rusos.
Forma parte de la categoría de gatos de pelo semi largo, y su abundante pelaje ha permitido que la raza subsista en temperaturas de hasta 30 °C bajo cero. En verano, en cambio, muda de pelo y se queda como un gato de pelo corto.
Este tipo de felino es de complexión robusta, pesa entre 4 y 9 kilos, y posee una agilidad y velocidad dignas de un gran cazador.
Su carácter es muy sociable y juguetón, y es uno de los pocos gatos a los que gusta jugar con agua. Destaca, también, por su gran inteligencia. El gato siberiano es muy devoto a sus cuidadores y, en el caso de los machos, permanecen junto a la hembra para cuidar de las crías.
Es en 1987 cuando se describe oficialmente la raza y se crea su pedigree en Rusia. Estos gatos desembarcan en Estados Unidos, así como otros países occidentales, entre ellos, Francia, España y Alemania, hasta la década de 1990.